EL MODERNISMO
Casa Batlló, A. Gaudí (Barcelona) |
1. LA GENERACIÓN DE FIN DE SIGLO EN SU CONTEXTO ARTÍSTICO Y CULTURAL
1.1. La crisis de fin de siglo
(Resumidlo para completar el tema del libro de texto)
Críticos
e historiadores son unánimes a la hora de reconocer la existencia de
un “crisis universal de las letras y del espíritu”, que en torno
a 1880 inicia la disolución del siglo XIX y que se había de
manifestar en el arte, la ciencia, la religión, la política y
gradualmente en los demás aspectos de la vida entera, con todos los
caracteres, por lo tanto, de un hondo cambio histórico.
Agotada
la fe en la técnica y el progreso que venía sustentando la
burguesía conservadora, se extiende a finales del siglo XIX una ola
de desencanto ante los resultados de la industrialización y de
rebeldía contra la estructura social. Los
protagonistas de esta reacción no son exclusivamente los grupos más
desfavorecidos; también los pequeños burgueses suman su voz
airada al coro de los descontentos. La mismísima ciencia, el
venerado mito decimonónico, sufrió los embates de los rebeldes.
Había dejado de ser la libertadora para convertirse en una siniestra
y peligrosa amenaza que esclaviza e instrumentaliza al ser humano. No
puede extrañarnos que el nuevo arte y la nueva cultura sintieran el
impulso de volverse hacia la naturaleza y el paisaje.
Paralelamente
al antiindustrialismo militante, los artistas de toda Europa vuelven
los ojos a los ideales románticos; se cumple el principio de
que los hijos se rebelan contra los padres y se sienten identificados
con los ideales de sus abuelos. El
movimiento parte, como es lógico del país más industrializado de
aquel tiempo: Inglaterra.
En
esta reacción participan también ilustres representantes del
Realismo; baste recordar el vuelco espiritualista de las últimas
obras de Tolstoi, Dostoievski o Galdós: al desaparecer las
esperanzas materiales, los artistas inclinan su interés hacia los
problemas del alma y la mente. Hay,
sin embargo, una diferencia entre estos precursores y sus herederos:
estos últimos convierten en signo de su protesta y rebeldía todos
los comportamientos ajenos o contrarios a las reglas sociales;
incorporan a su propia existencia algunas de las lacras perseguidas
por la sociedad burguesa: alcoholismo,
drogadicción, homosexualidad... La
bohemia, formada de miseria y oposición a las normas
dominantes, es considerada una
senda de perfección artística. Al
mismo tiempo se reivindica
el carácter ideal del arte, concebido como una religión.
El nuevo
arte era la manifestación de un mundo en crisis y, naturalmente,
implicaba la ruptura con los medios
de expresión propios de esa sociedad.
1.2. La reacción intelectual: el irracionalismo
(Resumidlo para completar el tema del libro de texto)
La
reacción vital de los artistas va unida a un cambio en los valores
intelectuales. La tradición próxima les guía por el camino
del racionalismo positivista, pero al revolverse contra él, empieza
lo que podríamos denominar filosofía contemporánea.
Las
raíces hay que buscarlas en una línea de pensamiento
antirracionalista que nace de la época romántica.
El alemán A. Shopenhauer
(1788-1860) pone el acento en la subjetividad que impregna la
percepción de las cosas. La
esencia del mundo es la voluntad, que no se somete a las leyes
racionales que explican los fenómenos y que engendra la lucha
permanente, el dolor y la angustia. Es libre y puede elegir
entre reafirmarse o aniquilarse y alcanzar el nirvana. Por otra
parte, las doctrinas del danés
Soren Kierkegaard
(1813-1855) coinciden en algunos aspectos con Shopenhauer,
aunque parten de supuestos distintos. La angustia está en todo
hombre, junto a la idea de pecado. En todos los corazones anida el
sentimiento de culpa. La aceptación
de la angustia es el camino doloroso y único que lleva a la
salvación.
La
filosofía irracionalista, existencial, que alimentaron estos
pensadores románticos tuvo su
continuación
en Friedrich Nietzsche
(1844-1900). Su obra crece sobre los supuestos fijados por
Schopenhauer, aunque aspira a vencer el pesimismo e impulsar una
vitalidad negada por el pensamiento. Reivindica lo dionisíaco,
es decir, la borrachera creadora e irracional que complementa al
universo apolíneo regido por la medida y el equilibrio, y predica
el concepto del superhombre, pura afirmación de la voluntad al
margen de cualquier cortapisa moral.
El
pensamiento de estos tres filósofos trae las preocupaciones y
angustias “románticas” que el positivismo había querido ahogar.
Quizá
el filósofo más
característico de la cultura finisecular
sea el francés Henry
Bergson (1859-1941),
cuyos escritos entran de lleno en la corriente irracionalista y
antipositivista. Subraya el carácter heterogéneo y no mensurable
del tiempo íntimo y de los estados internos, y sustituye
el análisis racional por la intuición como vía de conocimiento.
El psicoanálisis, configurado en Sigmund Freud (1856-1939), es también una de las aportaciones más reveladoras del talante y los centros de interés de la época. Nace del mundo cientificista precedente, pero su objeto es el mundo íntimo y la raíz afectiva y sexual de las perturbaciones mentales. La evocación de las experiencias y el desentrañamiento de los símbolos oníricos, ensanchan los límites en que el positivismo había encerrado a la ciencia. Sus doctrinas guardan estrecha correspondencia con el arte que nace en este momento. El psicoanálisis sostiene la existencia de una actividad psíquica inconsciente que aflora de forma incomprensible en la vida cotidiana.
El idealismo, individualista y subjetivo, surge ligado a una ola de religiosidad que adopta formas muy diversas. La más conocida y aireada es, sin duda, el modernismo religioso, una tendencia renovadora dentro de la Iglesia católica, que se propone adaptar las verdades de la fe a los tiempos modernos, propugna la interpretación subjetiva de las sagradas escrituras, niega de manera indirecta la infalibilidad papal y proclama como forma única de revelación divina la experiencia o vivencia interior. Otra de esas manifestaciones es el misticismo, que tiende a abandonar la realidad para dejarse transportar a un estado en el que se perciben relaciones y fenómenos que la razón es incapaz de explicar y aun de entrever. Es, en cierto sentido, una forma extrema del irracionalismo, que no siempre tiene un contenido religioso. El misticismo adoptó mil formas entre fines del XIX y principios del XX. Se pusieron de moda la cábala, los gnósticos, el ocultismo, la alquimia, la magia, el pitagorismo... La atracción de oriente y el budismo fue muy intensa.
Todo ello dejó indeleble huella en los artistas finiseculares.
Sagrada Familia, A. Gaudí (Barcelona) |
Interior de la Sagrada Familia |
Interior del Palau de la música, L. Domenech i Montaner (Barcelona) |
1.3. La reacción estética
(Leedlo, porque el saber no ocupa lugar, sin embargo solo será obligatorio saberse el "Parnasianismo", el "Simbolismo" y el "Impresionismo", que es lo que desarrolla el libro de texto; es suficiente).
Carteles publicitarios modernistas |
Con los
cimientos ideológicos que hemos señalado, el
arte de fin de siglo construyó un edificio estético de materiales
variopintos: multiplicidad de corrientes, tendencias,
escuelas, cenáculos... entre los que se establecen diversas
relaciones.
Carteles publicitarios modernistas |
Estos
movimientos buscaron las fuentes románticas de lo exótico, lo
satánico o lo inefable. Es reconocido el magisterio de Edgar Allan
Poe (1808-1849): sus relatos de misterio y terror influyeron
en los diversos movimientos no solo por su temática, que dio lugar a
la presencia de lo macabro y sobrecogedor, sino también por su
perfecta elaboración que, en cierto sentido, se contraponía a la
estructura extensa y discursiva de la novela realista. Asimismo,
se hace visible la sombra de Richard Wagner (1813-1883), que
no se circunscribe únicamente al arte musical, sino que invade el
terreno literario con su vuelta a
lo que la Edad Media tenía de grandioso, pasional, oscuro y
titánico, y su afán de crear atmósferas emotivas y sugeridoras.
Se
perfilan, pues, una serie de movimientos
anteriores que influyen decisivamente y otros que se desarrollan en
toda su plenitud en el período que nos ocupa:
-PARNASIANISMO:
Movimiento francés del segundo tercio del XIX. Debe su nombre al título de una revista, Le Parnasse Contemporaine (1866). Su maestro es Théophile Gautier (1811-1872), con su famoso lema: “El arte por el arte”. Siguiéndole, se instaura el culto a la perfección formal, el ideal de una poesía serena y equilibrada, el gusto por las líneas puras y “escultóricas”. Buscó anular la personalidad individual del artista para crear, como dijo Verlaine, “muy friamente versos emocionados”.
La
máxima figura del movimiento es Leconte de Lisle (1818-1894). Su
obra es ejemplo de todo lo que acabamos de señalar; pero, además,
debe destacarse su preferencia por
ciertos temas que reaparecerán en los modernistas: así, los
mitos griegos, los exóticos
ambientes orientales, lo
medieval...
-SIMBOLISMO:
En
sentido estricto, es una escuela constituida hacia 1886 (fecha del
Manifeste
Symboliste).
Pero, en sentido más amplio, es una corriente de idealismo poético
que arranca de Baudelaire (1821-1867), el genial autor de Flores
del mal,
1857, y se desarrolla con Verlaine (1844-1896), Rimbaud (1854-1891),
Mallarmé (1842-1898), etc.
Los simbolistas se alejan del academicismo en que cayeron los parnasianos; no se contentan con la belleza externa ni con la perfección formal (aunque no las desprecian). Se proponen ir más allá de lo sensible: para ellos la realidad encierra, tras sus apariencias, significaciones profundas o afinidades insospechadas con los estados de ánimo. Y la misión del poeta es descubrirlas y transmitirlas al lector. Se sirven para ello, ante todo, de esos símbolos que dan nombre al movimiento. Recordemos que el símbolo es una imagen física que sugiere algo no perceptible físicamente (una idea, un sentimiento...). Por ejemplo, el ocaso puede ser símbolo de decadencia o de muerte, el camino será símbolo del vivir, un sauce transmitirá tristeza, etc. El Simbolismo es, por tanto, un arte que se propone sugerir todo cuanto esté oculto en el fondo del alma o de las cosas. A este arte de la sugerencia ya no le convienen unas formas escultóricas, sino un lenguaje fluido y musical: “De la musique avant toute chose!” (¡La música por encima de todo!), exigía Verlaine.
El
Modernismo hispánico es, en buena medida, una síntesis
del Parnasianismo y del Simbolismo. De los parnasianos se
toma la concepción de la poesía como bloque marmóreo, buscando la
perfección formal, los temas exóticos, los valores sensoriales. Y
de los simbolistas, el arte de sugerir y la búsqueda de efectos
rítmicos dentro de una variada musicalidad.
-PRERRAFAELISMO:
Movimiento
inglés de la segunda mitad del XIX (1849-1851) cuyos miembros
principales fueron un grupo de artistas reunidos en torno al pintor y
poeta Dante Gabriel Rossetti. Como escuela organizada duró poco,
pero su estética pervivió y fue acogida por las generaciones
posteriores. El nombre del grupo alude a su predilección
por los pintores italianos primitivos anteriores al renacentista
Rafael y alejados del arte académico. Se revaloriza el arte
gótico, la pintura de los miniaturistas, de los místicos italianos
y flamencos, etc, en los que se admira la espontaneidad, el
trazo ingenuo y natural, el detallismo,
y la intención trascendente y
religiosa. Hay un decidido
propósito antirrealista y, por lo tanto, un deseo de impregnar de
idealidad y pureza la obra de arte. Sus
temas se basan en asuntos medievales, leyendas arcaicas o pasajes de
la época clásica de Grecia y Roma.
Puede
observarse cómo esta estética encaja perfectamente con esa
“reacción espiritualista” que caracterizó la cultura europea de
fin de siglo. Basta leer algunos pasajes de Rubén Darío,
Valle-Inclán1
o D' Anunzio para entender la fecundidad de este movimiento.
Beata Beatrix, de Rossetti (el retrato es de su mujer Elisabeth, que él mismo compara con la Beatriz de Dante). |
Dante Gabriel Rossetti, de William Holman Hunt. |
Ecce Ancilla Domini, de Dante Gabriel Rossetti. (Se trata de la anunciación del arcángel San Gabriel a la Vírgen. El autor toma como modelos a su hermano y a su hermana). |
Ofelia, de John Everet Millais. |
-DECADENTISMO:Nacido en los cenáculos parisinos de la “Rive gauche”2 en torno a 1880, reivindicaba a los poetas marginados y perseguidos (a través de revistas como Nouvelle Rive Gauche o Le Décadent), exaltaba lo raro, lo extravagante y lo refinado. Simpatizaron con culturas antiguas, agónicas y refinadas: la Grecia helénica, los últimos momentos del Imperio romano, el rococó... Entre sus temas abundan las manifestaciones eróticas, transgresoras y prohibidas por las normas sociales, y la búsqueda de los “paraísos artificiales” (a través del consumo de drogas prohibidas). Asimismo, el alcohol es cantado en versos y prosas, y consumido ávidamente en busca de refugio frente a la realidad y de una percepción más rica del universo interior y exterior. En todas estas manifestaciones hay un principio autodestructor, suicida, que no podemos dejar de relacionar con el mal de siglo de los románticos. La actitud decadentista, en la que había mucho de pose estereotipada, se extendió por toda Europa, confundiéndose con la bohemia3 y el dandismo4.
-IMPRESIONISMO
Y EXPRESIONISMO:
Junto
a estas tendencias y movimientos, cobran extraordinaria importancia
dos técnicas artísticas que
contribuyen decisivamente en la conformación de la estética
finisecular: el impresionismo y el expresionismo.
En
una acepción general, impresionismo
es la técnica que representa las figuras incompletas, meramente
sugeridas por sus rasgos más definitorios y llamativos. De forma más
específica, alude a un movimiento
artístico y particularmente pictórico que se desarrolló en Francia
en el último tercio del XIX (Monet, Degas, Renoir...). La
técnica empleada por estos artistas desintegra las figuras y las
recrea con manchas de color que, al ser miradas a distancia,
reconstruyen la imagen en la retina del espectador.
Estos
principios los vemos también reflejados en
las obras literarias. El escritor nos ofrece una descripción
imprecisa, vaga, difuminada, en la que solo aparecen imágenes
sueltas y aisladas, detalles llamativos que le han impresionado
particularmente. A partir de ellos, el lector descompone, también
desde su subjetividad, el conjunto del mundo evocado. El
impulso impresionista da agilidad
al estilo: se cultiva la frase breve, es frecuente el uso de
oraciones nominales y se prescinde de los nexos. El impresionismo
literario exacerba el interés por la percepción sensorial de los
fenómenos. En perfecta consonancia con el Simbolismo, yuxtapone lo
visual, lo auditivo, lo olfativo, lo gustativo y lo táctil.
Bailarinas azules, Degas. |
Bailarina, Degas. |
Desayuno en la hierba, Manet. |
Desayuno en la cama, Mary Cassat |
Olimpia, Manet. |
Impresión, sol naciente, Monet. |
Nenúfares, Monet |
Noche estrellada, Van Gogh |
Desnudo al sol, Renoir |
Dos mujeres dormidas en una barca bajo los sauces, John Singer |
La
técnica artística del expresionismo5
tiene
sus raíces en la estética romántica de lo grotesco, y resurge a
finales del siglo XIX.
Se sustenta en un desprecio
radical de los cánones clásicos de belleza, creando una estética
inversa que persigue la emoción de lo feo y desagradable.
Se busca la violencia de contrastes,
las obsesiones,
lo anormal.
Predomina el uso de la hipérbole,
la caricatura,
lo deforme,
violento
y monstruoso.
En
la literatura española esta técnica guarda una estrecha relación
con el “dolor de España”, tema obsesivo de la generación
finisecular.
2. LA GENERACIÓN DE FIN DE SIGLO EN EL ÁMBITO HISPÁNICO: MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98
2.1. El concepto de “Modernismo"
La
compleja renovación estética y cultural que hemos tratado de
esbozar se conoció en los países
hispánicos con el nombre de “Modernismo”.
Se trata de un movimiento
sincrético que reúne y
combina los rasgos de las escuelas y tendencias que acabamos de
describir.
Existen
tres posturas críticas en torno a la definición de modernismo, que
trataremos de sintetizar brevemente:
a) Para
un sector, representado por el cubano Marinello, se trata de una
corriente de renovación formal efímera y extranjerizante. Con ella
entraron en los países hispánicos los clichés parnasianos y
decadentes. Cultivó un arte
evasivo (princesas, cisnes, escenas mitológicas...); adoptó
un lenguaje suntuario y lujoso; trajo
nuevos metros (alejandrinos, hexámetros...) y
técnicas expresivas brillantes y sorprendentes (símbolos,
sinestesias, adjetivación colorista...). Mezcló
el idealismo prerrafaelista con
el mundo de la bohemia parisina o madrileña. La clave de este
Modernismo está en “el fetichismo de la forma”. Manuel Machado
también lo considera un movimiento formalista y estetizante, pero
que atañe “no solo a la forma externa, sino a la interna del
arte”: se trató de una convulsión liberadora que acabó con los
viejos dogmatismos estéticos y se propuso dar a los demás las
sensaciones de lo bello, lo real o lo fantástico, a través del
propio temperamento cultivado y exquisito.
b) Buena
parte de los estudiosos ven el Modernismo un movimiento artístico
amplio que evolucionó desde el mero esteticismo hacia la
preocupación social y existencial. Henríquez
Ureña habla de la existencia de dos
etapas:
En
la primera etapa, el culto a la forma favorece el desarrollo de una
voluntad de estilo que supone el desarrollo
del refinamiento artificioso, las exquisiteces sonoras y las
sugerentes imágenes, aunque no falten temas como la angustia
existencial.
-En
la segunda etapa, sin abandonar la voluntad de estilo, el lirismo
personal alcanza manifestaciones intensas ante el eterno misterio de
la vida y la muerte. Esta hipótesis explica el conjunto de la
obra de los grandes escritores modernistas y apunta las conexiones
entre una y otra etapa (véase Antonio Machado, R.M.
Valle-Inclán...).
c)
Por
último, algunos
piensan que el Modernismo no es solo un movimiento literario, sino
una época y una actitud que incluye múltiples y diferentes
manifestaciones,
unas marcadas por el esteticismo y el escapismo, pero otras no. Tal
interpretación fue defendida por Juan Ramón Jiménez, para quien el
Modernismo fue una tendencia general.
Federico de Onís lo explica del siguiente modo: “El Modernismo es
la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del
espíritu que inicia hacia 1885 la disolución del siglo XIX, y que
se había de manifestar en el arte, la ciencia, la religión, la
política y en los demás aspectos de la vida entera, con todos los
caracteres, por tanto, de un hondo cambio histórico...”.
2.2. El concepto de “Generación del 98”
Bajo
el rótulo de “Generación del 98” se acoge a un conjunto de
escritores españoles en los que aparecen mezclados, en distintas
proporciones, ingredientes de la renovación estética e intelectual
y la preocupación por el porvenir de España, avivada a raíz del
Desastre del 98.
Fue Azorín el que en varios
artículos dio nombre al grupo.
La
peculiar situación del país engendra en ellos una
actitud regeneracionista.
Denuncian
los males de la patria para que puedan remediarse.
Buscan
la auténtica raíz de lo español,
lo que Unamuno llama “intrahistoria”,
y la encuentran en el
paisaje castellano y en el paisanaje.
Al mismo tiempo, su inquietud ante el destino del hombre se traduce
en una intensa
angustia existencial.
A
medida que estos componentes temáticos crecen en importancia, las
exquisiteces formales pasan a un segundo plano.
Los autores más impregnados del espíritu del 98 prefieren la
sencillez
expresiva y el
lenguaje
directo. Sin embargo,
todos aprovechan los hallazgos técnicos del Impresionismo
y del Simbolismo.
2.3. ¿Modernismo frente a 98?
Existe
una importante controversia sobre el concepto de lo que se ha dado en
llamar “Generación del 98” frente a “Modernismo”. Ya se
entienda el 98 como una actitud, ya como un grupo de escritores con
especial predilección por los temas regeneracionistas, lo que parece
claro es la imposibilidad
de aislar esta corriente del movimiento general de las literaturas
hispánicas. Es una
red demasiado fina y densa la que une a todos los creadores
finiseculares.
Algunos autores (Felipe B. Pedraza) preferirán hablar de “Generación de fin de siglo” que incluye a todos los jóvenes creadores que aparecen en escena a finales del XIX y principios del XX; otros (Tuñón de Lara) dirán que solo existe una generación, la del “Modernismo”, que es la encargada de introducirnos en el siglo XX, pero que dentro de esa gran generación hay un grupo, el “del 98” coherente pues tiene unos rasgos que lo individualizan.
2.4. Fases del Modernismo (postura que adoptaremos)
Siguiendo a Ricardo Gullón, hablaremos de un único movimiento, el modernista, que tendrá dos fases:
A) El Modernismo Canónico:
Caracterizado por el esteticismo, el escapismo, la literatura de los sentidos y la influencia parnasiana.
La obra que tradicionalmente se ha considerado el punto de partida del Modernismo es Azul, de Rubén Darío, de 1888.
B) El Posmodernismo:
Caracterizado por un menor esteticismo, un relativo compromiso (social y existencial), la literatura de la intimidad y la influencia simbolista.
La línea que separaría las dos fases señaladas podríamos colocarla en el año 1905 con motivo de la aparición del libro Cantos de vida y esperanza de Rubén Darío. Esta etapa finaliza en 1916, año de la muerte del nicaragüense, o el año de publicación de Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez.
______________________________________________
NOTAS:
1Mirando hacia abajo se descubrían tierras labradas con una geometría ingenua, y prados cristalinos entre mimbrales. El campo tenía una gracia inocente bajo la lluvia. Los senderos de color barcino ondulaban cortando el verde de los herberos y la geometría de las siembras. Cuando el sol rasgaba la boira, el campo se entonaba de oro con la emoción de una antigua pintura, y sobre la gracia inocente de los prados, y en el tablero de las siembras, los senderos parecían las flámulas donde escribían las leyendas de sus cuadros los viejos maestros[...] El crepúsculo se me revelaba como un vínculo eucarístico que enlaza la noche con el día. La lámpara maravillosa, R. M. Valle-Inclán.
2Designa, además de una serie de distritos al sur de París, en la margen izquierda del Sena, un modo de vida, una manera de vestir y aparentar de los artistas e intelectuales bohemios, frente a los más conservadores de la margen derecha.
3El término “bohemia” alude a la cultura de los gitanos, llamados “bohemios” en Francia por haber llegado desde la región de Bohemia, en la actual República Checa. Se refiere a un modo de vivir de ciertos sectores socioculturales con una escala de valores diferente a la de la sociedad sedentaria y burguesa, en particular artistas e intelectuales. Tradicionalmente, se ve al bohemio como un artista de apariencia despreocupada, poco cuidada, desordenada, en contraposición a la fijación de gran parte de la sociedad por la ostentación estética y material, aspectos estos que el bohemio suele considerar superfluos y de menor o de muy poca relevancia. Asimismo, la ocupación de la bohemia tiende a decantarse hacia el mundo de las ideas, el conocimiento, la creación artística, el enriquecimiento intelectual, el interés por otras realidades o manifestaciones culturales.
4Tal como decía Luis Antonio de Villena, un dandi es una persona que utiliza el vestido como una manera de disidencia, es decir, se viste bien, con prendas buenas, pero nunca como los demás. Introduce elementos transgresores en su forma de vestir: Lord Byron vestía de turco: ningún inglés de inicios del siglo XIX vestía de ese modo. El dandismo es ponerse prendas que puedan llamar la atención, dentro de un aire de elegancia, pero que a la vez destaquen.
5También se habla de “Expresionismo”al movimiento artístico que se produce en Europa, y sobre todo en Alemania, en el período histórico comprendido entre las dos guerras mundiales.
NOTAS:
1Mirando hacia abajo se descubrían tierras labradas con una geometría ingenua, y prados cristalinos entre mimbrales. El campo tenía una gracia inocente bajo la lluvia. Los senderos de color barcino ondulaban cortando el verde de los herberos y la geometría de las siembras. Cuando el sol rasgaba la boira, el campo se entonaba de oro con la emoción de una antigua pintura, y sobre la gracia inocente de los prados, y en el tablero de las siembras, los senderos parecían las flámulas donde escribían las leyendas de sus cuadros los viejos maestros[...] El crepúsculo se me revelaba como un vínculo eucarístico que enlaza la noche con el día. La lámpara maravillosa, R. M. Valle-Inclán.
2Designa, además de una serie de distritos al sur de París, en la margen izquierda del Sena, un modo de vida, una manera de vestir y aparentar de los artistas e intelectuales bohemios, frente a los más conservadores de la margen derecha.
3El término “bohemia” alude a la cultura de los gitanos, llamados “bohemios” en Francia por haber llegado desde la región de Bohemia, en la actual República Checa. Se refiere a un modo de vivir de ciertos sectores socioculturales con una escala de valores diferente a la de la sociedad sedentaria y burguesa, en particular artistas e intelectuales. Tradicionalmente, se ve al bohemio como un artista de apariencia despreocupada, poco cuidada, desordenada, en contraposición a la fijación de gran parte de la sociedad por la ostentación estética y material, aspectos estos que el bohemio suele considerar superfluos y de menor o de muy poca relevancia. Asimismo, la ocupación de la bohemia tiende a decantarse hacia el mundo de las ideas, el conocimiento, la creación artística, el enriquecimiento intelectual, el interés por otras realidades o manifestaciones culturales.
4Tal como decía Luis Antonio de Villena, un dandi es una persona que utiliza el vestido como una manera de disidencia, es decir, se viste bien, con prendas buenas, pero nunca como los demás. Introduce elementos transgresores en su forma de vestir: Lord Byron vestía de turco: ningún inglés de inicios del siglo XIX vestía de ese modo. El dandismo es ponerse prendas que puedan llamar la atención, dentro de un aire de elegancia, pero que a la vez destaquen.
5También se habla de “Expresionismo”al movimiento artístico que se produce en Europa, y sobre todo en Alemania, en el período histórico comprendido entre las dos guerras mundiales.
_________________________________________________________
(La mayor parte de la información aquí expuesta está extraída de PEDRAZA JIMÉNEZ, Felipe B. y RODRÍGUEZ CÁCERES, Milagros: Las épocas de la literatura española, Barcelona, Ariel, 2007)
LECTURAS VARIADAS DE AUTORES DE LA ÉPOCA...
Poemas de Theophile Gautier:
http://amediavoz.com/gautier.htm
Podemos leer "El arte".
Podemos leer "El arte".
Poemas de Laconte de Lisle:
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2975
Podemos leer "De los modernos".
Podemos leer "De los modernos".
Poemas de Baudelaire:
http://amediavoz.com/baudelaire.htm
Podemos leer "La mala suerte", "Perfume exótico", "Tristezas de la luna", "A una transeúnte", "El vino de los amantes"...
Podemos leer "La mala suerte", "Perfume exótico", "Tristezas de la luna", "A una transeúnte", "El vino de los amantes"...
Poemas de Verlaine:
http://amediavoz.com/verlaine.htm
Podemos leer "Soñé contigo esta noche" o "Tu crees en el ron del café, en los presagios...".
Podemos leer "Soñé contigo esta noche" o "Tu crees en el ron del café, en los presagios...".
Poemas de Rimbaud:
Podemos leer "La tumba de Edgar de Allan Poe".
Poemas de Mallarmé:
Podemos leer "Suspiro" o "Invierno".
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