Balandro yo

Balandro yo
EL BALANDRITO, J. SOROLLA
"Regálate como poidas, leutor, e non che digo máis".
A. R. Castelao, Un ollo de vidro.



"-Yo sé quién soy -respondió don Quijote (...)"
Miguel de Cervantes







viernes, 7 de octubre de 2016

LITERATURA ESPAÑOLA: MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98

EL MODERNISMO 

Casa Batlló, A. Gaudí (Barcelona)


1. LA GENERACIÓN DE FIN DE SIGLO EN SU CONTEXTO ARTÍSTICO Y CULTURAL

1.1. La crisis de fin de siglo

(Resumidlo para completar el tema del libro de texto)

Críticos e historiadores son unánimes a la hora de reconocer la existencia de un “crisis universal de las letras y del espíritu”, que en torno a 1880 inicia la disolución del siglo XIX y que se había de manifestar en el arte, la ciencia, la religión, la política y gradualmente en los demás aspectos de la vida entera, con todos los caracteres, por lo tanto, de un hondo cambio histórico.

Agotada la fe en la técnica y el progreso que venía sustentando la burguesía conservadora, se extiende a finales del siglo XIX una ola de desencanto ante los resultados de la industrialización y de rebeldía contra la estructura social. Los protagonistas de esta reacción no son exclusivamente los grupos más desfavorecidos; también los pequeños burgueses suman su voz airada al coro de los descontentos. La mismísima ciencia, el venerado mito decimonónico, sufrió los embates de los rebeldes. Había dejado de ser la libertadora para convertirse en una siniestra y peligrosa amenaza que esclaviza e instrumentaliza al ser humano. No puede extrañarnos que el nuevo arte y la nueva cultura sintieran el impulso de volverse hacia la naturaleza y el paisaje.

Paralelamente al antiindustrialismo militante, los artistas de toda Europa vuelven los ojos a los ideales románticos; se cumple el principio de que los hijos se rebelan contra los padres y se sienten identificados con los ideales de sus abuelos. El movimiento parte, como es lógico del país más industrializado de aquel tiempo: Inglaterra.

En esta reacción participan también ilustres representantes del Realismo; baste recordar el vuelco espiritualista de las últimas obras de Tolstoi, Dostoievski o Galdós: al desaparecer las esperanzas materiales, los artistas inclinan su interés hacia los problemas del alma y la mente. Hay, sin embargo, una diferencia entre estos precursores y sus herederos: estos últimos convierten en signo de su protesta y rebeldía todos los comportamientos ajenos o contrarios a las reglas sociales; incorporan a su propia existencia algunas de las lacras perseguidas por la sociedad burguesa: alcoholismo, drogadicción, homosexualidad... La bohemia, formada de miseria y oposición a las normas dominantes, es considerada una senda de perfección artística. Al mismo tiempo se reivindica el carácter ideal del arte, concebido como una religión.

El nuevo arte era la manifestación de un mundo en crisis y, naturalmente, implicaba la ruptura con los medios de expresión propios de esa sociedad.

1.2. La reacción intelectual: el irracionalismo

(Resumidlo para completar el tema del libro de texto)

La reacción vital de los artistas va unida a un cambio en los valores intelectuales. La tradición próxima les guía por el camino del racionalismo positivista, pero al revolverse contra él, empieza lo que podríamos denominar filosofía contemporánea.

Las raíces hay que buscarlas en una línea de pensamiento antirracionalista que nace de la época romántica. El alemán A. Shopenhauer (1788-1860) pone el acento en la subjetividad que impregna la percepción de las cosas. La esencia del mundo es la voluntad, que no se somete a las leyes racionales que explican los fenómenos y que engendra la lucha permanente, el dolor y la angustia. Es libre y puede elegir entre reafirmarse o aniquilarse y alcanzar el nirvana. Por otra parte, las doctrinas del danés Soren Kierkegaard (1813-1855) coinciden en algunos aspectos con Shopenhauer, aunque parten de supuestos distintos. La angustia está en todo hombre, junto a la idea de pecado. En todos los corazones anida el sentimiento de culpa. La aceptación de la angustia es el camino doloroso y único que lleva a la salvación.

La filosofía irracionalista, existencial, que alimentaron estos pensadores románticos tuvo su continuación en Friedrich Nietzsche (1844-1900). Su obra crece sobre los supuestos fijados por Schopenhauer, aunque aspira a vencer el pesimismo e impulsar una vitalidad negada por el pensamiento. Reivindica lo dionisíaco, es decir, la borrachera creadora e irracional que complementa al universo apolíneo regido por la medida y el equilibrio, y predica el concepto del superhombre, pura afirmación de la voluntad al margen de cualquier cortapisa moral.

El pensamiento de estos tres filósofos trae las preocupaciones y angustias “románticas” que el positivismo había querido ahogar.

Quizá el filósofo más característico de la cultura finisecular sea el francés Henry Bergson (1859-1941), cuyos escritos entran de lleno en la corriente irracionalista y antipositivista. Subraya el carácter heterogéneo y no mensurable del tiempo íntimo y de los estados internos, y sustituye el análisis racional por la intuición como vía de conocimiento.

El psicoanálisis, configurado en Sigmund Freud (1856-1939), es también una de las aportaciones más reveladoras del talante y los centros de interés de la época. Nace del mundo cientificista precedente, pero su objeto es el mundo íntimo y la raíz afectiva y sexual de las perturbaciones mentales. La evocación de las experiencias y el desentrañamiento de los símbolos oníricos, ensanchan los límites en que el positivismo había encerrado a la ciencia. Sus doctrinas guardan estrecha correspondencia con el arte que nace en este momento. El psicoanálisis sostiene la existencia de una actividad psíquica inconsciente que aflora de forma incomprensible en la vida cotidiana.


El idealismo, individualista y subjetivo, surge ligado a una ola de religiosidad que adopta formas muy diversas. La más conocida y aireada es, sin duda, el modernismo religioso, una tendencia renovadora dentro de la Iglesia católica, que se propone adaptar las verdades de la fe a los tiempos modernos, propugna la interpretación subjetiva de las sagradas escrituras, niega de manera indirecta la infalibilidad papal y proclama como forma única de revelación divina la experiencia o vivencia interior. Otra de esas manifestaciones es el misticismo, que tiende a abandonar la realidad para dejarse transportar a un estado en el que se perciben relaciones y fenómenos que la razón es incapaz de explicar y aun de entrever. Es, en cierto sentido, una forma extrema del irracionalismo, que no siempre tiene un contenido religioso. El misticismo adoptó mil formas entre fines del XIX y principios del XX. Se pusieron de moda la cábala, los gnósticos, el ocultismo, la alquimia, la magia, el pitagorismo... La atracción de oriente y el budismo fue muy intensa.

Todo ello dejó indeleble huella en los artistas finiseculares.


Sagrada Familia, A. Gaudí (Barcelona)


Interior de la Sagrada Familia


Interior del Palau de la música, L. Domenech i Montaner (Barcelona)

1.3. La reacción estética

(Leedlo, porque el saber no ocupa lugar, sin embargo solo será obligatorio saberse el "Parnasianismo", el "Simbolismo" y el "Impresionismo", que es lo que desarrolla el libro de texto; es suficiente).

Carteles publicitarios modernistas


Con los cimientos ideológicos que hemos señalado, el arte de fin de siglo construyó un edificio estético de materiales variopintos: multiplicidad de corrientes, tendencias, escuelas, cenáculos... entre los que se establecen diversas relaciones.

Carteles publicitarios modernistas


Estos movimientos buscaron las fuentes románticas de lo exótico, lo satánico o lo inefable. Es reconocido el magisterio de Edgar Allan Poe (1808-1849): sus relatos de misterio y terror influyeron en los diversos movimientos no solo por su temática, que dio lugar a la presencia de lo macabro y sobrecogedor, sino también por su perfecta elaboración que, en cierto sentido, se contraponía a la estructura extensa y discursiva de la novela realista. Asimismo, se hace visible la sombra de Richard Wagner (1813-1883), que no se circunscribe únicamente al arte musical, sino que invade el terreno literario con su vuelta a lo que la Edad Media tenía de grandioso, pasional, oscuro y titánico, y su afán de crear atmósferas emotivas y sugeridoras.

Se perfilan, pues, una serie de movimientos anteriores que influyen decisivamente y otros que se desarrollan en toda su plenitud en el período que nos ocupa:

-PARNASIANISMO:
Movimiento francés del segundo tercio del XIX. Debe su nombre al título de una revista, Le Parnasse Contemporaine (1866). Su maestro es Théophile Gautier (1811-1872), con su famoso lema: “El arte por el arte”. Siguiéndole, se instaura el culto a la perfección formal, el ideal de una poesía serena y equilibrada, el gusto por las líneas puras y “escultóricas”. Buscó anular la personalidad individual del artista para crear, como dijo Verlaine, “muy friamente versos emocionados”.

La máxima figura del movimiento es Leconte de Lisle (1818-1894). Su obra es ejemplo de todo lo que acabamos de señalar; pero, además, debe destacarse su preferencia por ciertos temas que reaparecerán en los modernistas: así, los mitos griegos, los exóticos ambientes orientales, lo medieval...


-SIMBOLISMO
En sentido estricto, es una escuela constituida hacia 1886 (fecha del Manifeste Symboliste). Pero, en sentido más amplio, es una corriente de idealismo poético que arranca de Baudelaire (1821-1867), el genial autor de Flores del mal, 1857, y se desarrolla con Verlaine (1844-1896), Rimbaud (1854-1891), Mallarmé (1842-1898), etc.

Los simbolistas se alejan del academicismo en que cayeron los parnasianos; no se contentan con la belleza externa ni con la perfección formal (aunque no las desprecian). Se proponen ir más allá de lo sensible: para ellos la realidad encierra, tras sus apariencias, significaciones profundas o afinidades insospechadas con los estados de ánimo. Y la misión del poeta es descubrirlas y transmitirlas al lector. Se sirven para ello, ante todo, de esos símbolos que dan nombre al movimiento. Recordemos que el símbolo es una imagen física que sugiere algo no perceptible físicamente (una idea, un sentimiento...). Por ejemplo, el ocaso puede ser símbolo de decadencia o de muerte, el camino será símbolo del vivir, un sauce transmitirá tristeza, etc. El Simbolismo es, por tanto, un arte que se propone sugerir todo cuanto esté oculto en el fondo del alma o de las cosas. A este arte de la sugerencia ya no le convienen unas formas escultóricas, sino un lenguaje fluido y musical: “De la musique avant toute chose!” (¡La música por encima de todo!), exigía Verlaine.

El Modernismo hispánico es, en buena medida, una síntesis del Parnasianismo y del Simbolismo. De los parnasianos se toma la concepción de la poesía como bloque marmóreo, buscando la perfección formal, los temas exóticos, los valores sensoriales. Y de los simbolistas, el arte de sugerir y la búsqueda de efectos rítmicos dentro de una variada musicalidad.



-PRERRAFAELISMO
Movimiento inglés de la segunda mitad del XIX (1849-1851) cuyos miembros principales fueron un grupo de artistas reunidos en torno al pintor y poeta Dante Gabriel Rossetti. Como escuela organizada duró poco, pero su estética pervivió y fue acogida por las generaciones posteriores. El nombre del grupo alude a su predilección por los pintores italianos primitivos anteriores al renacentista Rafael y alejados del arte académico. Se revaloriza el arte gótico, la pintura de los miniaturistas, de los místicos italianos y flamencos, etc, en los que se admira la espontaneidad, el trazo ingenuo y natural, el detallismo, y la intención trascendente y religiosa. Hay un decidido propósito antirrealista y, por lo tanto, un deseo de impregnar de idealidad y pureza la obra de arte. Sus temas se basan en asuntos medievales, leyendas arcaicas o pasajes de la época clásica de Grecia y Roma.

Puede observarse cómo esta estética encaja perfectamente con esa “reacción espiritualista” que caracterizó la cultura europea de fin de siglo. Basta leer algunos pasajes de Rubén Darío, Valle-Inclán1 o D' Anunzio para entender la fecundidad de este movimiento.


Beata Beatrix, de Rossetti
(el retrato es de su mujer Elisabeth,
que él mismo compara con la Beatriz de Dante).

Dante Gabriel Rossetti, de William Holman Hunt.

Ecce Ancilla Domini, de Dante Gabriel Rossetti.
(Se trata de la anunciación del arcángel San Gabriel
a la Vírgen. El autor toma como modelos a su hermano y a su hermana).

Ofelia, de John Everet Millais.

-DECADENTISMO:Nacido en los cenáculos parisinos de la “Rive gauche”2 en torno a 1880, reivindicaba a los poetas marginados y perseguidos (a través de revistas como Nouvelle Rive Gauche o Le Décadent), exaltaba lo raro, lo extravagante y lo refinado. Simpatizaron con culturas antiguas, agónicas y refinadas: la Grecia helénica, los últimos momentos del Imperio romano, el rococó... Entre sus temas abundan las manifestaciones eróticas, transgresoras y prohibidas por las normas sociales, y la búsqueda de los “paraísos artificiales” (a través del consumo de drogas prohibidas). Asimismo, el alcohol es cantado en versos y prosas, y consumido ávidamente en busca de refugio frente a la realidad y de una percepción más rica del universo interior y exterior. En todas estas manifestaciones hay un principio autodestructor, suicida, que no podemos dejar de relacionar con el mal de siglo de los románticos. La actitud decadentista, en la que había mucho de pose estereotipada, se extendió por toda Europa, confundiéndose con la bohemia3 y el dandismo4.



-IMPRESIONISMO Y EXPRESIONISMO:
Junto a estas tendencias y movimientos, cobran extraordinaria importancia dos técnicas artísticas que contribuyen decisivamente en la conformación de la estética finisecular: el impresionismo y el expresionismo.
En una acepción general, impresionismo es la técnica que representa las figuras incompletas, meramente sugeridas por sus rasgos más definitorios y llamativos. De forma más específica, alude a un movimiento artístico y particularmente pictórico que se desarrolló en Francia en el último tercio del XIX (Monet, Degas, Renoir...). La técnica empleada por estos artistas desintegra las figuras y las recrea con manchas de color que, al ser miradas a distancia, reconstruyen la imagen en la retina del espectador.
Estos principios los vemos también reflejados en las obras literarias. El escritor nos ofrece una descripción imprecisa, vaga, difuminada, en la que solo aparecen imágenes sueltas y aisladas, detalles llamativos que le han impresionado particularmente. A partir de ellos, el lector descompone, también desde su subjetividad, el conjunto del mundo evocado. El impulso impresionista da agilidad al estilo: se cultiva la frase breve, es frecuente el uso de oraciones nominales y se prescinde de los nexos. El impresionismo literario exacerba el interés por la percepción sensorial de los fenómenos. En perfecta consonancia con el Simbolismo, yuxtapone lo visual, lo auditivo, lo olfativo, lo gustativo y lo táctil.

Bailarinas azules, Degas.

Bailarina, Degas.

Desayuno en la hierba, Manet.

Desayuno en la cama, Mary Cassat

Olimpia, Manet.

Impresión, sol naciente, Monet.
Nenúfares, Monet


Noche estrellada, Van Gogh

Desnudo al sol, Renoir
Dos mujeres dormidas en una barca bajo los sauces,
John Singer


La técnica artística del expresionismo5 tiene sus raíces en la estética romántica de lo grotesco, y resurge a finales del siglo XIX. Se sustenta en un desprecio radical de los cánones clásicos de belleza, creando una estética inversa que persigue la emoción de lo feo y desagradable. Se busca la violencia de contrastes, las obsesiones, lo anormal. Predomina el uso de la hipérbole, la caricatura, lo deforme, violento y monstruoso.
En la literatura española esta técnica guarda una estrecha relación con el “dolor de España”, tema obsesivo de la generación finisecular.



2. LA GENERACIÓN DE FIN DE SIGLO EN EL ÁMBITO HISPÁNICO: MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98

2.1. El concepto de “Modernismo"



La compleja renovación estética y cultural que hemos tratado de esbozar se conoció en los países hispánicos con el nombre de “Modernismo”. Se trata de un movimiento sincrético que reúne y combina los rasgos de las escuelas y tendencias que acabamos de describir.


Existen tres posturas críticas en torno a la definición de modernismo, que trataremos de sintetizar brevemente:

a) Para un sector, representado por el cubano Marinello, se trata de una corriente de renovación formal efímera y extranjerizante. Con ella entraron en los países hispánicos los clichés parnasianos y decadentes. Cultivó un arte evasivo (princesas, cisnes, escenas mitológicas...); adoptó un lenguaje suntuario y lujoso; trajo nuevos metros (alejandrinos, hexámetros...) y técnicas expresivas brillantes y sorprendentes (símbolos, sinestesias, adjetivación colorista...). Mezcló el idealismo prerrafaelista con el mundo de la bohemia parisina o madrileña. La clave de este Modernismo está en “el fetichismo de la forma”. Manuel Machado también lo considera un movimiento formalista y estetizante, pero que atañe “no solo a la forma externa, sino a la interna del arte”: se trató de una convulsión liberadora que acabó con los viejos dogmatismos estéticos y se propuso dar a los demás las sensaciones de lo bello, lo real o lo fantástico, a través del propio temperamento cultivado y exquisito.

b) Buena parte de los estudiosos ven el Modernismo un movimiento artístico amplio que evolucionó desde el mero esteticismo hacia la preocupación social y existencial. Henríquez Ureña habla de la existencia de dos etapas:

En la primera etapa, el culto a la forma favorece el desarrollo de una voluntad de estilo que supone el desarrollo del refinamiento artificioso, las exquisiteces sonoras y las sugerentes imágenes, aunque no falten temas como la angustia existencial.

-En la segunda etapa, sin abandonar la voluntad de estilo, el lirismo personal alcanza manifestaciones intensas ante el eterno misterio de la vida y la muerte. Esta hipótesis explica el conjunto de la obra de los grandes escritores modernistas y apunta las conexiones entre una y otra etapa (véase Antonio Machado, R.M. Valle-Inclán...).

c) Por último, algunos piensan que el Modernismo no es solo un movimiento literario, sino una época y una actitud que incluye múltiples y diferentes manifestaciones, unas marcadas por el esteticismo y el escapismo, pero otras no. Tal interpretación fue defendida por Juan Ramón Jiménez, para quien el Modernismo fue una tendencia general. Federico de Onís lo explica del siguiente modo: “El Modernismo es la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu que inicia hacia 1885 la disolución del siglo XIX, y que se había de manifestar en el arte, la ciencia, la religión, la política y en los demás aspectos de la vida entera, con todos los caracteres, por tanto, de un hondo cambio histórico...”.


2.2. El concepto de “Generación del 98”


Bajo el rótulo de “Generación del 98” se acoge a un conjunto de escritores españoles en los que aparecen mezclados, en distintas proporciones, ingredientes de la renovación estética e intelectual y la preocupación por el porvenir de España, avivada a raíz del Desastre del 98.

Fue Azorín el que en varios artículos dio nombre al grupo.

La peculiar situación del país engendra en ellos una actitud regeneracionista. Denuncian los males de la patria para que puedan remediarse. Buscan la auténtica raíz de lo español, lo que Unamuno llama “intrahistoria”, y la encuentran en el paisaje castellano y en el paisanaje. Al mismo tiempo, su inquietud ante el destino del hombre se traduce en una intensa angustia existencial.

A medida que estos componentes temáticos crecen en importancia, las exquisiteces formales pasan a un segundo plano. Los autores más impregnados del espíritu del 98 prefieren la sencillez expresiva y el lenguaje directo. Sin embargo, todos aprovechan los hallazgos técnicos del Impresionismo y del Simbolismo.

2.3. ¿Modernismo frente a 98?

Existe una importante controversia sobre el concepto de lo que se ha dado en llamar “Generación del 98” frente a “Modernismo”. Ya se entienda el 98 como una actitud, ya como un grupo de escritores con especial predilección por los temas regeneracionistas, lo que parece claro es la imposibilidad de aislar esta corriente del movimiento general de las literaturas hispánicas. Es una red demasiado fina y densa la que une a todos los creadores finiseculares.

Algunos autores (Felipe B. Pedraza) preferirán hablar de “Generación de fin de siglo” que incluye a todos los jóvenes creadores que aparecen en escena a finales del XIX y principios del XX; otros (Tuñón de Lara) dirán que solo existe una generación, la del “Modernismo”, que es la encargada de introducirnos en el siglo XX, pero que dentro de esa gran generación hay un grupo, el “del 98” coherente pues tiene unos rasgos que lo individualizan.


2.4. Fases del Modernismo (postura que adoptaremos)

Siguiendo a Ricardo Gullón, hablaremos de un único movimiento, el modernista, que tendrá dos fases:

A) El Modernismo Canónico:

Caracterizado por el esteticismo, el escapismo, la literatura de los sentidos y la influencia parnasiana.

La obra que tradicionalmente se ha considerado el punto de partida del Modernismo es Azul, de Rubén Darío, de 1888. 

B) El Posmodernismo:

Caracterizado por un menor esteticismo, un relativo compromiso (social y existencial), la literatura de la intimidad y la influencia simbolista.

La línea que separaría las dos fases señaladas podríamos colocarla en el año 1905 con motivo de la aparición del libro Cantos de vida y esperanza de Rubén Darío. Esta etapa finaliza en 1916, año de la muerte del nicaragüense, o el año de publicación de Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez. 
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NOTAS:

1Mirando hacia abajo se descubrían tierras labradas con una geometría ingenua, y prados cristalinos entre mimbrales. El campo tenía una gracia inocente bajo la lluvia. Los senderos de color barcino ondulaban cortando el verde de los herberos y la geometría de las siembras. Cuando el sol rasgaba la boira, el campo se entonaba de oro con la emoción de una antigua pintura, y sobre la gracia inocente de los prados, y en el tablero de las siembras, los senderos parecían las flámulas donde escribían las leyendas de sus cuadros los viejos maestros[...] El crepúsculo se me revelaba como un vínculo eucarístico que enlaza la noche con el día. La lámpara maravillosa, R. M. Valle-Inclán.

2Designa, además de una serie de distritos al sur de París, en la margen izquierda del Sena, un modo de vida, una manera de vestir y aparentar de los artistas e intelectuales bohemios, frente a los más conservadores de la margen derecha.

3El término “bohemia” alude a la cultura de los gitanos, llamados “bohemios” en Francia por haber llegado desde la región de Bohemia, en la actual República Checa. Se refiere a un modo de vivir de ciertos sectores socioculturales con una escala de valores diferente a la de la sociedad sedentaria y burguesa, en particular artistas e intelectuales. Tradicionalmente, se ve al bohemio como un artista de apariencia despreocupada, poco cuidada, desordenada, en contraposición a la fijación de gran parte de la sociedad por la ostentación estética y material, aspectos estos que el bohemio suele considerar superfluos y de menor o de muy poca relevancia. Asimismo, la ocupación de la bohemia tiende a decantarse hacia el mundo de las ideas, el conocimiento, la creación artística, el enriquecimiento intelectual, el interés por otras realidades o manifestaciones culturales.

4Tal como decía Luis Antonio de Villena, un dandi es una persona que utiliza el vestido como una manera de disidencia, es decir, se viste bien, con prendas buenas, pero nunca como los demás. Introduce elementos transgresores en su forma de vestir: Lord Byron vestía de turco: ningún inglés de inicios del siglo XIX vestía de ese modo. El dandismo es ponerse prendas que puedan llamar la atención, dentro de un aire de elegancia, pero que a la vez destaquen.

5También se habla de “Expresionismo”al movimiento artístico que se produce en Europa, y sobre todo en Alemania, en el período histórico comprendido entre las dos guerras mundiales. 
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(La mayor parte de la información aquí expuesta está extraída de PEDRAZA JIMÉNEZ, Felipe B. y RODRÍGUEZ CÁCERES, Milagros: Las épocas de la literatura española, Barcelona, Ariel, 2007)


LECTURAS VARIADAS DE AUTORES DE LA ÉPOCA...

Poemas de Theophile Gautier:



http://amediavoz.com/gautier.htm
Podemos leer "El arte".

Poemas de Laconte de Lisle:


http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2975
Podemos leer "De los modernos".

Poemas de Baudelaire:



http://amediavoz.com/baudelaire.htm
Podemos leer "La mala suerte", "Perfume exótico", "Tristezas de la luna", "A una transeúnte", "El vino de los amantes"...

Poemas de Verlaine:



http://amediavoz.com/verlaine.htm
Podemos leer "Soñé contigo esta noche" o "Tu crees en el ron del café, en los presagios...".

Poemas de Rimbaud:



Podemos leer "La tumba de Edgar de Allan Poe".

Poemas de Mallarmé:



Podemos leer "Suspiro" o "Invierno".

LITERATURA ESPAÑOLA: LAS SINSOMBRERO






LAS SINSOMBRERO
La verdad es que ya desde el año pasado llevo hablando de las sinsombrero y no tenía una entrada expresamente dedicada a ellas, ¡me parece mentira! Seguro que tengo algo perdido por el blog adelante y estoy metiendo la pata...

Pero no importa, el recuerdo lo merecen bien, asique aquí estoy de nuevo, de pesada, recordando a estas mujeres... poetas, pintoras, escultoras, filósofas... que allá por los albores del siglo XX dejaron una huella que tiempo después un viento infame borró... 

No dejemos que desaparezcan sus pasos, que pueden ser para nosotros modelos dignos de imitar por sus valores personales, por su valentía, por su iniciativa, por su inteligencia, por su pasión por lo que aman, por la cultura que orgullosas atesoran... 

Del interés que muchas personas mostraron hacia estas mujeres surgió una página de internet, un documental, un libro, un espacio en Facebook... Aquí os dejo los enlaces: disfrutad mucho, aprendedlo todo...

Facebook:

Página de internet:
Las sinsombrero, de Tània Balló

Aun sabiendo que en la página está este vídeo, aquí os lo dejo directamente, para que no esperéis más a verlo:



A ver, entonces... ¿por qué eso del sinsombrerismo? 
Por cierto, a algunas ya las conocíamos, ¿verdad que sí? Pues en el vídeo solo sale un poquito; os animo a leer el libro de Tània Balló.

 Otra cosita que leo en el facebook, en la página que os señalaba más arriba; lo copio directamente, pero id a la fuente, ya sabéis:

Buenas tardes,
hoy es uno de esos días que todas y todos los sinsombreristas debemos sentirnos felices. Ayer el pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó la colocación de una placa conmemorativa del Lyceum Club Femenino, en la que fue su sede, la casa de las Sietes Chimeneas. Un gesto de justicia histórica, que recupera para la memoria colectiva una de las instituciones culturales y sociales más importantes de este país.

Hace casi dos años, os contamos de forma breve en un post la historia del Lyceum Club Femenino. Hoy recuperamos ese escrito, y lo ampliamos.
En 1926 en Madrid un grupo de mujeres intelectuales crearon el Lyceum Club Femenino. Su primera presidenta, y una de sus fundadoras, fue la pedagoga y también directora de la Residencia de Señoritas, la eminente María de Maeztu. El Lyceum fue fruto de la incipiente necesidad de las mujeres de proclamarse, sujeto independiente, como consecuencia de la irrupción en la vida pública de la nueva «mujer moderna». Bajo esa premisa, las socias del Lyceum se emplearon a fondo para crear un espacio de encuentro femenino a la altura de sus símiles estadounidenses y europeos, en especial del Lyceum Club londinense, tal como menciona en Recuerdos de una mujer de la Generación del 98 Carmen Baroja: «Por entonces veníamos reuniéndonos una cuantas mujeres con la idea, ya muy antigua en nosotras, de formar un club de señoras. Esta idea resultaba un poco exótica en Madrid y la mayoría de las que la teníamos era por haber estado en Londres, donde eran tan abundantes”.
Después de sus primeras reuniones fundacionales, realizadas en el salón de actos de la Residencia de Señoritas el Lyceum Club se traslada a la Casa de las Siete Chimeneas, en Infantas, 31.
Al inicio se crearon seis secciones, cada una de ellas dedicadas a un tema de interés y presidida por una de sus socias: «Social», «Musical», «Artes Plásticas e Industriales», al frente de las cuales estaba Carmen Baroja, «Literatura», «Ciencias», «Internacional», y una séptima especial, creada posteriormente, llamada «Hispanoamericana». Cada una de ellas obraba de forma independiente impulsando cursillos, exposiciones, debates, recitales o conciertos, acordes con su temática.
En su acta fundacional se registraron ciento quince socias, que con sus cuotas y junto al dinero recaudado en fiestas y subastas mantenían la economía del club. Su junta directiva era una muestra de las mujeres más influyentes y liberales del panorama sociocultural de la época. Figuras como Isabel Oyarzábal, Zenobia Camprubí, María de la O Lejárraga o Carmen Baroja, entre otras y entre sus socias, se encontraban un nutrido grupo de mujeres jóvenes que empezaban a destacar como, Concha Méndez, Ernestina de Champourcín o Rosa Chacel.
Pero la aparición del Lyceum Club fue polémica. La iniciativa se topó enseguida con la feroz crítica de los sectores más conservadores y recalcitrantes, que veían el Lyceum como el hogar del diablo. Sus socias fueron catalogadas de criminales, «liceómanas», ateas, excéntricas y desequilibradas, entre otras lindezas. A pesar de los ataques, las socias del Lyceum Club resistieron.
Fue en los salones del Lyceum donde se discutieron cuestiones relevantes sobre los derechos de la mujer, que asentaron las bases de los posteriores debates sobre el sufragio femenino. En 1927, después de realizar distintas labores de estudio a partir de los códigos Civil y Penal, vigentes en su tiempo, y de la mano de abogadas en ejercicio, el Lyceum remitió al gobierno aquellas reivindicaciones que las socias consideraban «el mínimum de los derechos humanos».

Durante sus primeros años su actividad fue frenética, organizaron cantidad de actos, de distinta índole, que reunieron a intelectuales, eminentes científicas y científicos, escritoras y escritores, y artistas nacionales e internacionales. En poco tiempo el club se convertiría en una de las plataformas culturales más importantes y activas de Madrid. En 1929 ya había alcanzado aproximadamente las quinientas socias. El Lyceum, se erigió como un espacio de preparación política e intelectual de las mujeres de clase media y alta de la capital. Una prueba de ello es que, cuando se proclamó la Segunda República en 1931, varias de sus socias más ilustres pasaron a ocupar cargos de responsabilidad en el gobierno: Victoria Kent, Isabel Oyarzábal, María de Maeztu, María de la O Lejárraga.
Por desgracia, en 1939, el Lyceum Club fue clausurado fulminantemente. Sus instalaciones fueron ocupadas por la Falange, para que la Sección Femenina lo convirtiera en el Club Medina. Un final trágico para una de las asociaciones más ejemplares y revolucionarias de la historia sociocultural española. Fue tal el ánimo de borrar su labor y su memoria que la mayor parte de la documentación del centro terminó destruida, y solo gracias a los escritos y documentación que algunas de sus socias resguardaron hemos podido saber algún detalle de su existencia y su funcionamiento.

Hoy, por fin, 90 años después de su puesta en marcha, una placa recordara que en ese edificio, entre sus paredes gruesas y sus 7 chimeneas, un gran numero de mujeres, a pesar de las adversidades, lucharon por no dejar de ser nunca, ellas mismas.
gracias a todas y todos por este nuevo logro.... va por ellas.